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Posted on Jun 5, 2020 | 0 comments

Análisis científico de propuestas de medicamentos, tarea obligada incluso en Pandemia

Análisis científico de propuestas de medicamentos, tarea obligada incluso en Pandemia

Miguel Morales S. Profesor Asociado Director del Programa de Farmacología Molecular y Clínica Facultad de Medicina Universidad de Chile.

Desde la declaración del SARS-CoV-2 o síndrome respiratorio agudo por coronavirus, como situación de emergencia internacional por la OMS (WHO), el 30 de enero de 2020, el tratamiento terapéutico para la infección por COVID-19 y sus consecuencias, ha representado el mayor reto para los sistemas de salud “urbi et orbi”.

En la destacada revista Medicina  Clinica de Barcelona, España, se publicó una interesante comentario respecto de la importancia de las publicaciones científicas en una situación de desconocimiento tan grande de los diferentes aspectos relativos a esta enfermedad, epidemiología, test de laboratorios, tratamientos terapéuticos, curso clínico, etc. https://doi.org/10.1016/j.medcli.2020.05.002.

Se destaca que revisando en Pubmed/MEDLINE utilizando como palabra clave COVID, se obtienen desde diciembre 2019 hasta el 23 de abril de 2020 un total de 5.355 publicaciones y de bases de datos tales como medRxiv y bioRxiv, alrededor de 2.093 artículos con denominación “preprint” o artículos que se difunden sin haber sido revisados por pares o haber sido aceptados en revistas con comité editorial.

En el mundo científico la publicación de resultados sigue siendo una condición sine qua non para la examinación y consideración seria del aporte. Sin duda alguna que un artículo aceptado y publicado adquiere un carácter de seriedad en su desarrollo y logro de resultados, incorporándose de todos modos al escrutinio de otros científicos y no pocas veces a una profunda discusión de los resultados, su rechazo por otros resultados logrados en otras latitudes y en menor medida también conlleva a la necesidad de retiro del artículo (retrieval, retrievement) o a su profunda corrección.

La existencia de artículos prepublicados durante la pandemia tiene riesgos adicionales dada la avidez que existe por conocer antecedentes acerca del COVID-19.  Al no estar revisados por pares sus autores pueden haber incurrido en errores de diseño, de interpretación y por supuesto las conclusiones ajustadas a estos pueden llegar a profundos errores.

Se acentúa la gravedad del impacto de artículos prepublicados cuando el público objetivo al que están dedicados los artículos científicos se amplía, abarcando no solo a los científicos del área, sino que a otros de las más diversas áreas del quehacer científico y en no pocas ocasiones (que ya también adquiere carácter de pandemia), al escrutinio por periodistas, que por supuesto carecen de la formación apropiada para su interpretación contextual, aunque sepan leer en inglés y traducir los artículos, o del abundante surgimiento de “expertos epidemiólogos” por ejemplo, que en tiempos de pandemia abarcan las más diversas profesiones o dentro del mismo cuerpo profesional, las más diversas especialidades.

La situación anterior llega a un paroxismo total cuando a la interpretación aislada de artículos por personas que no cuentan con la experiencia de análisis de estudios clínicos, epidemiológicos, inmunológicos, pandémicos, farmacológicos, terapéuticos, se suman intereses políticos, ideológicos y de intereses particulares que pueden ir desde lograr una  cuña en un programa de televisión, artículo en un periódico o promoción de una alternativa comercial, tratando de imponer otro tipo de medicamento que aseguran que es más moderno, menos riesgoso, menos tóxico, más naturales, y cuanta imaginación hemos visto durante estos días, donde se ha visto incluso en la TV una propuesta alternativa  para el tratamiento del COVID-19 a base de Quillay…

La discusión para tratar de imponer antivirales como el Remdesivir, la hidroxicloroquina, cloroquina , inmunológicos o el plasma de convalecientes ha estado plagada de interpretaciones incorrectas de los más variados artículos y cada interesado trata de llevar “agua a su molino” por intereses clínicos sinceros,  por intereses comerciales, o lo último que se ha estrenado, es descartar ciertos medicamentos a priori, para desacreditar a aquellos políticos de mucho renombre que han manifestado su voluntad de imponer cierto tipo de estrategia anti pandémica o bien un tipo único de medicamento para tratar el COVID-19.

Miguel A. Morales Segura.

Pareciera entonces que sobre todo en los medios de prensa, de modo muy frecuente se busca desacreditar o desprestigiar a determinado líder político a través del desmantelamiento de las bases experimentales de determinado medicamento en estudio. En concreto, me refiero como ejemplo, el descrédito del uso de hidroxicloroquina basándose en los efectos de dosis elevadas y su relación con alteraciones de la conducción cardíaca tipo Torsade des pointes y no en base a un estudio sistemático y revisado por pares, obviamente que alcance al menos nivel de publicación.

El NIH inició el 14 de mayo de 2020 un interesante estudio para valorar la hidroxicloroquina (https://www.niaid.nih.gov/news-events/nih-begins-clinical-trial-hydroxychloroquine-and-azithromycin-treat-covid-19). La terapia será ensayada con 400 mg el primer día y 200 mg dos veces al día, durante seis días.

Es públicamente conocido que líderes de países como Brasil y EEUU han sido ampliamente calificados como irresponsables por recomendarla y/o usarla. Ciencia usada como proyectil balístico político, es impresentable, especialmente con este tipo de medicamentos que han sido utilizados durante más de sesenta años en todo el Mundo y su exclusión amerita un conjunto de trabajos serios y no la opinión de periodistas “científicos” en los noticieros centrales de TV, pauteados por quizás qué intereses.

Por el contrario, junto con desacreditar a un determinado fármaco experimental o medicamento se levanta una posición contraria, lo que ha sucedido por ejemplo con la propuesta de uso del Plasma de convalecientes , que a todas luces está aún en una etapa inicial y los estudios que se mencionan habitualmente están realizados de manera no muy “limpia” al usarse su administración conjuntamente con antivirales (PNAS, 28 de , 2020, vol. 117(17): 9490–9496) o bien interpretando estudios realizados con miles de pacientes, pero cuyo objetivo no era demostrar eficacia sino seguridad. Una interesante exploración se está realizando desde el 15 de mayo de 2020 en Estados Unidos (https://www.uscovidplasma.org/pdf/COVID-19%20Plasma%20EAP.pdf), donde ya se han enrolado más de siete mil pacientes. Un aspecto muy importante será la minimización del riesgo de transmitir otras enfermedades que pueden ser transportadas en el plasma de los convalecientes de COVID-19 (Drug Discoveries & Therapeutics. 2020; 14(2):67-72).

En medio de la pandemia y quizás desde antes, han surgido voces llamando a desechar el método de investigación a partir de estudios clínicos randomizados (Hell J Nucl Med 2020; 23(1): 4-5), pero hasta que eso ocurra, es la herramienta más sólida de la que se dispone. La OMS, la FDA y otros organismos sanitarios, siempre han respaldado el ensayo randomizado para la evaluación de fármacos potencialmente efectivas. Recientemente Anthony Fauci, experto infectólogo  manifestaba la importancia de la realización de este tipo de estudios para instalar nuevos tratamientos  contra el SARS-CoV-2, en pacientes afectados con COVID-19 (https://www.youtube.com/watch?v=1AjcbmVDWcs).

Adecuada realización de estudios clínicos y exigentes revisiones de resultados por pares, continúan siendo herramientas fundamentales para el avance de la terapéutica.

En concordancia con estos planteamientos, importantes instituciones han analizado la literatura peer reviewed y han generado guías de tratamiento del COVID-19, organizaciones libres de compromisos comerciales y/o políticos, que han incorporado numerosas asociaciones de especialistas que pueden contribuir desde su experiencia y conocimientos a separar “la paja del trigo” y recomendar efectivamente aquello que cuenta con el necesario soporte científico para un uso más seguro, reconociendo no pocas veces que las decisiones expresadas en sus guías (Guidelines) están en escrutinio permanente.

Las guías clínicas (Clinical Guidelines) y revisiones (Reviews) son considerados la parte más alta de la pirámide de la medicina basada en la evidencia.

Por este motivo, nuestra organización Políticas Farmacéuticas, pone a disposición de nuestros seguidores de la web, las guías para el tratamiento del COVID-19 que ha publicado el National Institute of Health (NIH) de Estados Unidos, esperando con esto abrir una discusión más rigurosa que considere definitivamente que el análisis profundo científico no puede ser reemplazado, que los preprints son información que aún espera evaluación seria y que este es el único modo de avanzar sobre bases sólidas.

Aquí el documento:

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