Lobby farmacéutico: los sospechosos de siempre.
Por Rodrigo López Muñoz*.
Para muchos nefasta, para otros necesaria, la práctica del lobby es una realidad innegable en todos los ámbitos industriales, extendida universalmente y que no consiste más que influir en los legisladores para conseguir que la regulación nacional favorezca un interés particular. Pero ayer nos hemos llevado una sorpresa, el lobby es más que eso, o al menos eso explicó el ministro de Salud, Dr. Jaime Mañalich en el foro “Lobby farmacéutico y Derecho a la Salud” organizado por la OPS.
Independiente de las intenciones del Dr. Mañalich, la expansión del término lobby hecha por el ministro es de una certeza meridiana, e incluso se queda corta. Denunciar el lobby que las farmacéuticas hacen en el congreso para influir en la legislación, no trae ninguna novedad, toda vez que ya son extremadamente conocidos los mecanismos por los cuales esta industria en su totalidad (léase la Big Pharma, los gigantes de los genéricos y la industria nacional) trata de dirigir la toma de decisiones para asegurar su posición de mercado.
Por el contrario, sí resulta novedoso el enfoque de lobby que Mañalich hoy dió a otras prácticas, algunas muy conocidas (como las campañas a través de visitadores médicos y los incentivos a los prescriptores), y otras no tanto, como la influencia sobre grupos de pacientes para posicionar terapias especiales que curiosamente sólo las puede entregar un único proveedor del producto innovador.
Pero si se trata de considerar como lobby a toda maniobra que las farmacéuticas hacen para mejorar las ventas de sus productos, debiéramos agregar al menos dos: los incentivos a los dependientes de farmacias y el manejo de gremios (como por ejemplo el farmacéutico), para apoyar las políticas que los favorezcan. En este último sentido no deja de llamar la atención la primera aparición televisiva del Sr. Elmer Torres, – otrora presidente del Colegio Químico Farmacéutico de Chile (durante dos periodos) – como gerente general de la asociación industrial de los laboratorios farmacéuticos (ASILFA).
Si bien muchas de estas prácticas ya son más o menos conocidas y lamentablemente más o menos aceptadas, es urgente generar iniciativas para regularizar el lobby a toda escala y transparentar el mercado farmacéutico. A fin de cuentas, no podemos quedarnos en las denuncias esporádicas que como luces de artificio aparecen fugazmente en temporada electoral.
El tema importante y de fondo, es la evidente falta de intención en siquiera poner la discusión del tema sobre la mesa. Esto queda claramente demostrado por la constante negación que se hace de esta realidad, absolutamente esperable por parte de la industria pero penosamente injustificable por parte del gremio farmacéutico y particularmente el colegio médico.
Al ver esta negación sistemática de una de las más irregulares prácticas de la industria farmacéutica sólo cabe pensar que estamos frente a un gran grupo de admiradores de Keyser Söse, el macabro protagonista de «Los sospechosos de siempre», quien decía: La mejor jugada del diablo fue convencer al mundo de que no existía.
Nota sobre lo ocurrido en OPS. (Canal 13)
*Químico Farmacéutico, Doctor en Farmacología. Académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
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